domingo, 12 de diciembre de 2010

El Bicentenario de Colombia es un plan de actividades destinadas a la celebración de los 200 años de los sucesos ocurridos en Santa fe de Bogotá, el 20 de julio de 1810 " El Grito de la Independencia", fecha significativa para la República de nuestra Colombia.


Se presento el primer Centenario de la Independencia en 1910, con el evento de la Exposición, organizado en el parque de la Independencia en la ciudad de Bogotá y asimismo se realizo otra exposición de varios recuerdos en el año 2005

Una de las costumbres llamativas de esta época en el que se mezclaba el impetuoso Español y las costumbres indígenas de la región, la vestimenta que distinguía a cada clase social como por ejemplo:

Los criollos neogranadinos, a partir de la Independencia, asumieron el cambio de vestido como una expresión de su ideología. Aunque se seguían usando los peinados altos y los viejos trajes de tisú, muchas mujeres, según las Crónicas de Bogotá , "se cortaban el pelo y se levantaban la ropa hasta cerca de la rodilla ".

 Las mujeres neogranadinas de clase alta de después de la Independencia lucían para diario un traje catalogado como outré y descrito en sus Memorias por el europeo Boussingault que vino al país después de la Independencia, como "un rebozo (mantilla) de material azul, falda de bayeta que es una tela de tejido liviano fabricada en el país y un sombrero de fieltro parecido al de los hombres". Este traje sería el que daría origen al vestido nacional. La única diferencia entre clases era que las inferiores no llevaban calzado.



Los vestidos de las damas de clase alta eran, al igual que la educación y las costumbres, iguales a los de la España de la Edad Media.  "una mantilla azul o negra, de paño con un ancho sobrepuesto que cubría la cabeza, sujetándose quién sabe cómo el peinetón del cual engarzaban también un sombrero negro de forma redonda y de ala muy ancha. La mantilla caía sobre los hombros; dejando libres los globos de las mangas y cubriendo la espalda como una cortina cuyas puntas venían al pecho. De la cintura abajo las cubría una enagua de género de lana negra que llamaban alepín y que adornaban abajo con canutillos Quedaba, pues, descubierto el tocado de la cabeza, los pendientes de oro o de piedras preciosas que les colgaban de las orejas, y los collares con que se adornaban el cuello ".

Las camisas variaban según el clima, pero siempre tenían encajes y flores bordadas a mano y el largo de la manga variaba del hombro al puño. Las medias eran de algodón de vivos colores o bordadas, sostenidas con ligas y zapatos de cordobán estilo chinela, sobre los que, para salir de lugares húmedos o lluviosos, se ponían unos chapines. Este calzado se usaba en España y se caracterizaba por no tener puntas ni talones, pero sí plataformas en corcho de 15 a 20 centímetros, por lo general, se denominaba alcorque, pantufo o coturno y pasó a ser calzado de lujo cuando se le añadieron piedras preciosas y bordados de seda, oro y plata.


Durante las dos primeras décadas de este siglo, las mujeres siguieron usando un atuendo que, desde el siglo XVI, había cambiado muy poco. Fue solo después de la In dependencia, con la inmigración por parte de países europeos distintos a España, que empezaron a desligarse del régimen colonial gracias a la llegada de lo último en moda romántica: la falda subió para permitir ver los zapatos de cabritilla y las medias, y luego volvió a bajar y se pasó al uso de botas. Las telas preferidas eran transparentes como el organdí, y la muselina en colores como blanco rosado, violeta y celeste y, hacia 1830, los estampados escoceses y el color rojo vivo.

Se acostumbraba a que la devoción o la necesidad de un favor divino hicieran que muchas mujeres, recibiendo por ello el nombre de beatas o piadosas, vistieran un traje parecido a un hábito que, conocido con el nombre de hábito o vestido monjil, consistía en un vestido de paño de color café ajustado a la cintura por una larga correa de cuero negro cuyo extremo colgaba hasta el borde de la falda, una mantilla de paño blanco y sombrero negro.






 -En el siglo XIX, el principal cambio tuvo que ver con la manera de peinarse. Los peinados del siglo anterior fueron reemplazados por innumerables propuestas que tenían que ver, en la mayoría de los casos, con el uso de adornos. Se usaba un pañuelo doblado en diagonal y amarrado sobre la frente para imitar los turbantes que venían del oriente, adornos de plumas y flores y sartas de pedrería, moños de cinta y peinetas de carey adornadas con diseños calados. También se empezaron a usar rizos y trenzas y otros accesorios como sombrillas y abanicos Estos eran de 12 a 15 centímetros y a partir de 1830 venían con las pantallas pintadas de paisajes y flores En la segunda mitad del siglo XIX, los ricos empezaron a encargar ropa directamente de París y esto sofisticó los hábitos de la moda.









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